

La meta a la hora de desarrollar esta novela fue describir nuestra prodigiosa, mágica y extraña realidad con unos ojos no acostumbrados como los nuestros a verla tan ordinaria entre los puntales de la subsistencia, las relaciones sociales, los sentimientos… No había muchas opciones, y se eligió la perspectiva ofrecida por una máquina en primera persona; si bien la máquina es un producto humano y posee algo de su creador, un algo que puede ser mucho. Desprender de humanidad al personaje se convirtió en el principal reto de este trabajo, para lo que fue necesario un arduo y casi místico proceso de introspección que comenzó con el análisis de los asuntos cotidianos y terminó con el de los personales, en el mismo borde del abismo de la condición humana ya, desde donde se atisbó la inquietante conclusión de que, de alguna manera, también nosotros somos Máquinas.